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Cap 9

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando me despierto antes de que suene el despertador a la mañana siguiente, Jongin está enroscado sobre mi cuerpo como una planta de hiedra: la cabeza sobre mi pecho, el brazo alrededor de mi cintura y una pierna entre las mías. Además está en mi lado de la cama. Siempre pasa lo mismo. Si discutimos la noche anterior, así es como acaba: retorcido sobre mi cuerpo, dándome calor y restringiéndome los movimientos.

Oh, Cincuenta… Tiene tantas necesidades a ese nivel. Quién lo habría creído… La imagen de Jongin como un niño sucio y desgraciado me viene a la mente. Le acaricio el pelo más corto y mi melancolía se va desvaneciendo. Él se mueve y sus ojos somnolientos se encuentran con los míos. Parpadea un par de veces mientras se va despertando.

—Hola —susurra y sonríe.

—Hola. —Me encanta ver esa sonrisa por la mañana.

Me acaricia el pecho con la nariz y emite un sonido de satisfacción desde el fondo de su garganta. Su mano va bajando desde mi cintura por encima de la fresca seda de mi pijama.

—Eres un bocado tentador —susurra—. Pero por muy tentador que seas —dice mirando el despertador

—, tengo que levantarme. —Se estira, se desenreda de mi cuerpo y se levanta.

Yo me tumbo, pongo las manos detrás de la cabeza y disfruto del espectáculo: Jongin desnudándose para meterse en la ducha. Es perfecto. No le cambiaría ni un pelo de la cabeza.

—¿Admirando la vista, joven Kim ? —Jongin arquea una ceja burlona.

—Es que es una vista terriblemente bonita, señor Kim.

Sonríe y me tira los pantalones del pijama, que casi aterrizan en mi cara pero consigo cogerlos en el aire a tiempo, riendo como una colegiala. Con una sonrisa perversa aparta el edredón, pone una rodilla en la cama, me coge los tobillos y tira de mí haciendo que se me suba la camisa. Chillo mientras él va subiendo por mi cuerpo, dándome besos desde la rodilla, por el muslo, siguiendo por… Oh, Jongin…

 

***

—Buenos días, joven Kim —me saluda la señora Jones. Me ruborizo, avergonzado al recordar su encuentro con Sungmin que presencié anoche.

—Buenos días —le respondo. Ella me pasa una taza de té. Me siento en un taburete al lado de mi marido, que está radiante: recién duchado, con el pelo húmedo, una camisa blanca recién planchada y la corbata gris plateado. Mi corbata favorita. Tengo muy buenos recuerdos de esa corbata.

—¿Qué tal está, joven Kim? —me pregunta con la mirada tierna.

—Creo que ya lo sabe, señor Kim —le digo mirándole a través de las pestañas.

Él sonríe.

—Come —me ordena—. Casi no cenaste ayer.

¡Oh, mi Cincuenta, siempre tan mandón!

—Eso es porque tú estabas siendo petulante.

A la señora Jones se le cae algo en el fregadero y el ruido me sobresalta. Jongin parece ajeno al ruido; ignorándolo, se me queda mirando impasible.

—Petulante o no, tú come. —Su tono es serio y no tengo intención de discutir con él.

—Vale. Ya cojo la cuchara y me como los cereales —digo como una adolescente irascible. Extiendo el brazo para coger el yogur griego y me echo unas cucharadas en los cereales. Después le incorporo un puñado de arándanos. Miro a la señora Jones y nuestras miradas se encuentran. Le sonrío y ella me responde con una sonrisa cariñosa. Me ha preparado mi desayuno favorito, el que descubrí durante la luna de miel.

—Creo que voy a tener que ir a Namdaemun a finales de semana. —El anuncio de Jongin interrumpe mis pensamientos.

—Oh.

—Solo voy a pasar una noche. Y quiero que vengas conmigo.

—Jongin, yo no puedo pedir el día libre.

Me mira como diciendo: ¿tú crees, teniendo en cuenta que yo soy el jefe?

Suspiro.

—Sé que la empresa es tuya, pero he estado fuera tres semanas. ¿Cómo puedes esperar que dirija el negocio si nunca estoy? Estaré bien aquí. Supongo que te llevarás a Sungmin, pero Shindong y Ryeowook se quedarán aquí… —Me interrumpo porque Jongin me está sonriendo—. ¿Qué?

—Nada. Solo tú —dice.

Frunzo el ceño. ¿Se está riendo de mí? Entonces se me ocurre algo preocupante.

—¿Cómo vas a ir a Namdaemun?

—En el jet de la empresa, ¿por qué?

—Solo quería estar seguro de que no ibas a coger a Monggu Yanggu —le digo en voz baja y un escalofrío me recorre la espalda. Recuerdo la última vez que pilotó ese helicóptero y siento una oleada de náuseas al evocar las tensas horas que pasé esperando noticias. Probablemente ese ha sido el peor momento de mi vida.

Noto que la señora Jones también se ha quedado muy quieta. Intento olvidarme de eso.

—No iría a Namdaemun con Monggu Yanggu. El helicóptero no puede recorrer esas distancias. Además, todavía tiene que estar dos semanas más en reparación.

Gracias a Dios. Sonrío, en parte por el alivio, pero también porque sé que el accidente de Monggu Yanggu ha ocupado los pensamientos y el tiempo de Jongin durante las últimas semanas.

—Bueno, me alegro de que ya casi esté arreglado, pero… —No acabo la frase. ¿Puedo decir lo nervioso que me pone que vuelva a volar?

—¿Qué? —me pregunta mientras se termina su tortilla.

Me encojo de hombros.

—¿Lu? —pregunta con la voz tensa.

—Es que… ya sabes. La última vez que volaste con el helicóptero… Creí, creímos que… —No puedo acabar la frase y la expresión de Jongin se suaviza.

—Oye… —Me acaricia la cara con el dorso de los nudillos—. Fue un sabotaje. —Algo oscuro cruza por su cara y durante un momento me pregunto si ya sabrá quién fue el responsable.

—No podría soportar perderte —le susurro.

—He despedido a cinco personas por eso, Lu. No volverá a pasar.

—¿A cinco?

Asiente con expresión seria. Vaya…

—Eso me recuerda algo… He encontrado un arma en tu escritorio.

Frunce el ceño ante la falta de lógica de mi asociación y probablemente por mi tono acusatorio, aunque no era esa mi intención.

—Es de D.o —me dice por fin.

—Está cargada.

—¿Cómo lo sabes? —Su ceño se hace más pronunciado.

—Lo comprobé ayer.

—No quiero que tengas nada que ver con armas —me regaña—. Espero que volvieras a ponerle el seguro.

Parpadeo, momentáneamente estupefacto.

—Jongin, ese revolver no tiene seguro. ¿Sabes algo de armas?

Jongin abre mucho los ojos.

—Eh… no.

Sungmin tose discretamente desde la entrada. Jongin asiente.

—Tenemos que irnos —dice Jongin. Se levanta distraído y después se pone la chaqueta. Le sigo en dirección al pasillo.

Tiene el arma de D.o. Estoy desconcertado por esa información y me pregunto qué le habrá pasado a él.

¿Seguirá en… dónde era?  ¿jinju? No me acuerdo.

—Buenos días, Sungmin —saluda Jongin.

—Buenos días señor Kim.  . —Nos saluda con la cabeza a ambos, pero procura no mirarme a los ojos. Se lo agradezco, al recordar lo poco vestido que iba anoche cuando me lo encontré.

—Voy a lavarme los dientes —les digo. Jongin siempre se lava los dientes antes de desayunar, no comprendo por qué…

—Deberías pedirle a Sungmin que te enseñe a disparar —le sugiero a Jongin mientras bajamos en el ascensor. Jongin me mira divertido.

—¿Tú crees? —me dice cortante.

—Sí.

—Luhan, odio las armas. Mi madre ha tenido que coser a demasiadas víctimas de armas de fuego y mi padre está totalmente en contra de las armas. Yo he crecido con esos valores. He apoyado al menos dos iniciativas para el control de armas en Seul.

—Oh, ¿y Sungmin lleva un arma?

Jongin aprieta los labios.

—A veces.

—¿No lo apruebas? —le pregunto al salir del ascensor.

—No —dice con los labios apretados—. Digamos que Sungmin y yo tenemos diferentes puntos de vista en lo que respecta al control de armas.

Pues yo creo que estoy con Sungmin en ese tema…

Jongin me abre la puerta del vestíbulo y salgo en dirección al coche. No me ha dejado ir solo en coche a la editorial desde que descubrió que lo de Monggu Yanghu había sido un sabotaje. Shindong me sonríe amablemente mientras me sujeta la puerta y Jongin sube al coche por el otro lado.

—Por favor —le digo extendiendo el brazo y cogiéndole la mano.

—¿Por favor, qué?

—Aprende a disparar.

Pone los ojos en blanco.

—No. Fin de la discusión, Luhan.

Y de nuevo me convierto en el niño al que regaña. Abro la boca para responderle algo cortante, pero decido que no quiero empezar el día de trabajo enfadado. Cruzo los brazos y miro a Sungmin, que me observa por el retrovisor. Aparta la vista y se concentra en la carretera, pero niega con la cabeza con evidente frustración. Veo que Jongin también le saca de quicio a veces. La idea me hace sonreír y eso mejora mi humor.

—¿Dónde está D.o? —le pregunto a Jongin, que mira distraído por la ventanilla.

—Ya te lo he dicho. En Gwangju con su familia —me dice mirándome.

—¿Lo has comprobado? Después de todo, tiene el pelo largo. Podría ser él quien conducía el Dodge.

—Sí, lo he comprobado. Se ha inscrito en una escuela de arte en Hamden. Ha empezado esta semana.

—¿Has hablado con él? —le pregunto. Toda la sangre ha abandonado mi cara.

Jongin vuelve la cabeza para mirarme al notar el tono de mi voz.

—No. Flynn es quien ha hablado con él. —Estudia mi cara para saber qué estoy pensando.

—Ah —digo aliviado.

—¿Qué?

—Nada.

Jongin suspira.

—¿Qué te pasa, Lu?

Me encojo de hombros porque no quiero admitir que tengo celos irracionales.

—Lo tengo vigilado —continúa Jongin — para estar seguro de que se queda en su parte del país. Está mejor, Lu. Flynn lo ha derivado a un psiquiatra en Gwangsang  y todos los informes son positivos. Siempre le ha interesado el arte, así que… —Se detiene y me observa. Y en ese momento me surge la sospecha de que él es quien paga ese curso de arte. ¿Quiero saberlo? ¿Debería preguntarle? No es que no pueda permitírselo, pero ¿por qué se siente obligado? Suspiro. El equipaje de Jongin no se parece nada a mi Zhang Yixing de la clase de biología y sus torpes intentos de darme un beso. Jongin me coge la mano.

—No te agobies por eso, Luhan —murmura y yo le aprieto la mano para tranquilizarle. Sé que está haciendo lo que cree que es mejor.

A media mañana tengo un descanso entre reuniones. Cuando cojo el teléfono para llamar a Tae, veo que tengo un correo de Jongin.

~ ~ ~ ~

De: Kim Jongin

Fecha: 23 de agosto de 2014 09:54

Para: Kim Luhan

Asunto: Halagos

Joven Kim:

Me han alabado tres veces mi nuevo corte de pelo. Que los miembros de mi personal me hagan ese tipo de observaciones es algo que no había ocurrido nunca antes. Debe de ser por la ridícula sonrisa que se me pone cuando pienso en lo de anoche. Es un hombre maravilloso, precioso y con muchos talentos.

Y todo mío.

Kim Jongin

Presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

Me derrito al leer esas palabras.

De: Kim Luhan

Fecha: 23 de agosto de 2014 10:48

Para: Kim Jongin

Asunto: Estoy intentando concentrarme

Señor Kim:

Estoy intentando trabajar y no quiero que me distraigan con recuerdos deliciosos.

Quizá ha llegado el momento de confesar que le he cortado el pelo regularmente a Teuk durante gran parte de mi vida. No tenía ni idea de que eso me iba a ser tan útil.

Y sí, soy suyo, y usted, mi querido marido dominante que se niega a ejercer su derecho constitucional enunciado en la Segunda Enmienda a llevar armas, es mío. Pero no se preocupe porque ya le protegeré yo. Siempre.

Kim Luhan

Editor de SIP

 

~ ~ ~ ~

De: Kim Jongin

Fecha: 23 de agosto de 2014 10:53

Para: Kim Luhan

Asunto: La pistolera Annie Oakley

Joven Kim:

Estoy encantado de ver que ya ha hablado con el departamento de informática y al fin se ha cambiado el apellido :D.

Y dormiré tranquilo en mi cama sabiendo que mi esposo, el loco de las armas, duerme a mi lado.

Kim Jongin

Presidente & Hoplófobo de Kim Enterprises Holdings, Inc.

¿Hoplófobo? ¿Qué demonios es eso?

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De: Kim Luhan

Fecha: 23 de agosto de 2014 10:58

Para: Kim Jongin

Asunto: Palabras largas

Señor Kim:

Me vuelve usted a impresionar con su destreza lingüística. De hecho me impresionan sus destrezas en general (y creo que ya sabe a qué me refiero…).

Kim Luhan

Editor de SIP

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De: Kim Jongin

Fecha: 23 de agosto de 2014 11:01

Para: Kim Luhan

Asunto: ¡Oh!

joven Kim

¿Está usted flirteando conmigo?

Kim Jongin

Asombrado presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

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De: Kim Jongin

Fecha: 23 de agosto de 2014 11:04

Para: Kim  Jongin

Asunto: ¿Es que preferiría…?

¿… que flirteara con otro?

Kim Luhan

Valiente editor de SIP

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De: Kim Jongin

Fecha: 23 de agosto de 2014 11:09

Para: Kim Luhan

Asunto: Grrr…

¡NO!

Kim Jongin

Posesivo presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

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De: Kim Luhan

Fecha: 23 de agosto de 2014 11:12

Para: Kim Jongin

Asunto: Wow…

¿Me estás gruñendo? Porque eso me parece muy excitante…

Kim Luhan

Retorcido (en el buen sentido) editor de SIP

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De: Kim Jongin

Fecha: 23 de agosto de 2014 11:16

Para: Kim Luhan

Asunto: Tenga cuidado

¿Flirteando y jugando conmigo, señor Kim?

A que voy a hacerle una visita esta tarde…

Kim Jongin

Presidente afectado de priapismo de Kim Enterprises Holdings, Inc.

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De: Kim Luhan

Fecha: 23 de agosto de 2014 11:20

Para: Kim Jongin

Asunto: ¡Oh, no!

No, me porto bien. No quiero que el jefe del jefe del jefe venga a ponerme en mi sitio en el trabajo. ;)

Ahora déjame seguir trabajando o el jefe del jefe de mi jefe me va a dar una patada en el culo y me va a echar a la calle.

Kim Luhan

Editor de SIP

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De: Kim Jongin

Fecha: 23 de agosto de 2014 11:24

Para: Kim Luhan

Asunto: &*%$&*&*

Créeme cuando te digo que hay muchas cosas que se me ocurre hacer con tu culo ahora mismo, pero darle una patada no es una de ellas.

Kim Jongin

Presidente y especialista en culos de Kim Enterprises Holdings, Inc.

Su respuesta me hace reír.

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De: Kim Luhan

Fecha: 23 de agosto de 2014 11:26

Para: Kim Jongin

Asunto: ¡Que me dejes!

¿No tienes que dirigir un imperio?

Deja de molestarme.

Ya ha llegado mi siguiente cita.

Yo pensaba que eras más de pecho que de culos…

Tú piensa en mi culo y yo pensaré en el tuyo…

TQ

x

Kim Luhan

Editor ahora húmedo de SIP

~ ~ ~ ~

No puedo evitar que mi estado de ánimo sea un poco tristón cuando Shindong me lleva a la oficina el jueves. El viaje a Namdaemu que Jongin me había anunciado ha llegado y aunque solo lleva fuera unas pocas horas, ya le echo de menos. Al encender el ordenador veo que ya tengo un correo esperándome. Mi ánimo mejora inmediatamente.

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De: Kim Jongin

Fecha: 25 de agosto de 2014 04:32

Para: Kim Luhan

Asunto: Ya te echo de menos

Joven Kim:

Estaba adorable esta mañana…

Pórtate bien mientras estoy fuera.

Te quiero.

Kim Jongin

Presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

 

Esta va a ser la primera noche que dormimos separados desde la boda. Tengo intención de tomarme unos cócteles con Tae, eso me ayudará a dormir. Impulsivamente le contesto al correo, aunque sé que todavía está volando.

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De: Kim Luhan

Fecha: 25 de agosto de 2014 09:03

Para: Kim Jongin

Asunto: ¡Compórtate!

Llámame cuando aterrices. Voy a estar preocupado hasta que no lo hagas.

Me portaré bien. No puedo meterme en muchos problemas saliendo con Tae…

Kim Luhan

Editor de SIP

~ ~ ~ ~

Pulso «Enviar» y le doy un sorbo a mi caffè latte, cortesía de Hannah. ¿Quién iba a pensar que al final acabaría gustándome el café? A pesar de que voy a salir esta noche con Tae, siento que me falta un trozo de mí; en este momento está a diez mil metros sobre el Medio Oeste, camino de Namdaemu. No sabía que me iba a sentir tan alterado y ansioso solo porque Jongin estuviera fuera. Seguro que con el tiempo ya no sentiré esta sensación de inseguridad y de pérdida, ¿verdad? Dejo escapar un suspiro y sigo trabajando.

Más o menos a la hora de comer empiezo a comprobar frenéticamente mi correo y mi BlackBerry por si me ha mandado un mensaje. ¿Dónde está? ¿Habrá aterrizado bien? Hannah me pregunta si quiero ir a comer, pero estoy demasiado preocupado y le digo que se vaya sin mí. Sé que esto es irracional, pero necesito saber que ha llegado bien.

Suena el teléfono de mi oficina y me sobresalta.

—Xi.. Kim Luhan.

—Hola. —La voz de Jongin es tierna y tiene un punto alegre. Siento que me embarga el alivio.

—Hola —le respondo sonriendo de oreja a oreja—. ¿Qué tal el vuelo?

—Largo. ¿Qué vas a hacer con Tae?

Oh, no.

—Solo vamos a salir a tomar unas copas tranquilamente.

Jongin no dice nada.

—Shindong y la chica nueva, Wang, van a venir también para hacer a vigilancia —le digo para aplacarle un  poco.

—Creía que Tae iba a venir al piso.

—Sí, pero después de tomar una copa rápida.

¡Por favor, déjame salir por ahí! Jongin suspira profundamente.

—¿Por qué no me lo habías dicho? —me dice con calma. Demasiada calma.

Me doy una patada en la espinilla mentalmente.

—Jongin, vamos a estar bien. Tengo a Ryeowook, a Shindong y a Wang. Y solo es una copa.

Jongin permanece en testarudo silencio y percibo que no está nada contento.

—Solo he podido quedar con él unas pocas veces desde que tú y yo nos conocimos. Y es mi mejor amigo…

—Lu, no quiero apartarte de tus amigos. Pero creía que habíais quedado en casa.

—Vale —concedo—. Nos quedaremos en casa.

—Solo mientras esté por ahí ese lunático suelto. Por favor.

—Ya te he dicho que sí —le digo exasperado y poniendo los ojos en blanco.

Jongin ríe un poco al otro lado del teléfono.

—Siempre sé cuándo estás poniendo los ojos en blanco aunque no te vea.

Miro el auricular con el ceño fruncido.

—Oye, lo siento. No quería preocuparte. Se lo voy a decir a Tae.

—Bien —dice con alivio evidente. Me siento culpable por haberle preocupado.

—¿Dónde estás?

—En la pista del aeropuerto JFK.

—Oh, acabas de aterrizar…

—Sí. Me has pedido que te llamara en cuanto aterrizara.

Sonrío. Mi subconsciente me mira un poco enfadada: ¿Ves? Él hace lo que dice que va a hacer…

—Bueno, señor Kim, me alegro de que uno de los dos sea tan puntilloso.

Jongin se ríe.

—joven Kim, tiene un don inconmensurable para la hipérbole. ¿Qué voy a hacer con usted?

—Estoy seguro de que se te ocurrirá algo imaginativo. Siempre se te ocurre algo.

—¿Estás flirteando conmigo?

—Sí.

Noto que sonríe.

—Tengo que irme, Lu. Haz lo que te he dicho, por favor. El equipo de seguridad sabe lo que hace.

—Sí, Jongin, lo haré. —Vuelvo a sonar irritado. Vale, he captado el mensaje…

—Te veo mañana por la noche. Y te llamo luego.

—¿Para comprobar lo que estoy haciendo?

—Sí.

—¡Oh, Jongin! —le regaño.

—Au revoir, joven Kim.

—Au revoir, Jongin. Te quiero.

Inspira hondo.

—Y yo a ti, Lu.

Ninguno de los dos cuelga.

—Cuelga, Jongin … —le susurro.

—Eres un mandon, ¿lo sabías?

—Tu mandon.

—Mío —dice—. Haz lo que te digo. Cuelga.

—Sí, señor. —Cuelgo y me quedo mirando estúpidamente al teléfono.

Unos segundos después aparece un correo en mi bandeja de entrada.

~ ~ ~ ~

De: Kim Jongin

Fecha: 25 de agosto de 2014 13:42

Para: Kim Luhan

Asunto: Mano suelta

Joven Kim:

Me ha resultado tan entretenido como siempre por teléfono.

Haz lo que te he dicho, lo digo en serio.

Tengo que saber que estás seguro.

Te quiero.

Kim Jongin

Presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

 

Él sí que es un mandón. Pero con una llamada de teléfono toda mi ansiedad ha desaparecido. Ha llegado sano y salvo y está demasiado preocupado por mí, como siempre. Me rodeo el cuerpo con los brazos. Dios, cuánto quiero a ese hombre. Hannah llama a la puerta, lo que me distrae y me devuelve a la realidad.

Tae está fantástico. Lleva unos vaqueros blancos ajustados y una camisola roja y parece listo para poner patas arriba la ciudad. Cuando llego lo veo charlando animadamente con Sully, la chica de la recepción.

—¡Lu! —grita envolviéndome en uno de esos abrazos tan típicos de Tae. Luego extiende los brazos para separarse un poco y me mira de arriba abajo.

—Ahora sí que pareces el hombre del multimillonario. ¿Quién lo habría dicho al ver al pequeño Xiao Luhan? Se te ve tan… sofisticado. —Sonríe y yo pongo los ojos en blanco. Llevo un traje Shaoxing City  xingyue  gris con los zapatos negros.

—Me alegro de verte, Tae —digo abrazándolo.

—Bien, ¿adónde vamos?

—Jongin quiere que nos quedemos en el piso.

—¿Ah, sí? ¿Y no podemos tomarnos un cóctel rapidito en el Zig Zag Café? He reservado una mesa.

Abro la boca para protestar.

—Por favor… —suplica y pone un mohín muy dulce. Se le deben de estar pegando esas cosas de Minam.

Él antes no hacía esos gestos. La verdad es que me apetece mucho un cóctel en el Zig Zag. Nos lo pasamos muy bien la última vez que fuimos y está cerca del apartamento de Tae.

—Uno —digo extendiendo el dedo índice.

Sonríe.

—Uno.

Me coge del brazo y salimos en dirección al coche, que está aparcado en la acera con Shindong al volante.

Nos sigue la señorita Fei Wang, que es nueva en el equipo de seguridad: una mujer con una actitud bastante firme y autoritaria. Todavía no me acaba de caer bien, tal vez porque es demasiado fría y profesional. Su contratación no es definitiva aún, pero como el resto del equipo, la ha elegido Sungmin. Va vestida como Shindong, con un traje pantalón oscuro y discreto.

—¿Puedes llevarnos al Zig Zag, por favor, Shindong?

Shindong se gira para mirarme y sé que está a punto de decir algo. Obviamente ha recibido órdenes. Duda.

—Al Zig Zag Café. Solo vamos a tomar una copa.

Miro a Tae con el rabillo del ojo y veo que está observando a Shindong. Pobrecito…

—Sí, señor.

—El señor Kim ha pedido expresamente que ustedes fueran al piso —apunta Wang.

—El señor Kim no está aquí —le respondo—. Al Zig Zag, por favor.

—Sí, señor —repite Shindong con una mirada de soslayo a Wang, que inteligentemente se muerde la lengua.

Tae me mira con la boca abierta como si no se pudiera creer lo que está viendo y oyendo. Yo frunzo los labios y me encojo de hombros. Vale, soy un poco más autoritario de lo que era antes. Tae asiente mientras Shindong se introduce en el tráfico de primera hora de la noche.

—¿Sabes que las nuevas medidas de seguridad adicionales están volviendo locas a Taeyeon y a Minam? —me cuenta Tae.

Lo miro boquiabierto y perplejo.

—¿No lo sabías? —Parece no poder creérselo.

—¿El qué?

—Que han triplicado la seguridad de todos los miembros de la familia Kim. O más bien la han multiplicado por mil…

—¿De verdad?

—¿No te lo ha dicho?

—No. —Me ruborizo. Maldita sea, Jongin—. ¿Sabes por qué?

—Por lo de Julien Kang.

—¿Qué pasa con Julien? Creía que solo iba a por Jongin. —Estoy alucinado. Vaya… ¿Por qué no me lo ha dicho?

—Desde el lunes —prosigue Tae.

¿El lunes pasado? Mmm… Identificamos a Julien el domingo. Pero ¿por qué todos los Kim?

—¿Cómo sabes todo eso?

—Por Minho.

Claro.

—Jongin no te ha contado nada de esto, ¿eh?

—No —confieso y vuelvo a ruborizarme.

—Oh, Lu, qué irritante…

Suspiro. Como siempre, Tae ha dado justo en el clavo con el estilo directo como un mazazo que la caracteriza.

—¿Y sabes por qué? —Si Jongin no me lo va a contar, tal vez Tae sí.

—Minho dice que tiene algo que ver con la información que había en el ordenador de Julien Kang cuando trabajaba en Seul Independent Publishing.

Madre mía…

—Tienes que estar de broma. —Siento una oleada de furia que me inunda el cuerpo. ¿Cómo puede saberlo Tae y yo no?

Levanto la vista y veo a Shindong observándome por el retrovisor. El semáforo se pone en verde y él vuelve a mirar hacia delante, concentrado en la carretera. Me pongo el dedo sobre los labios y Tae asiente. Estoy seguro de que Shindong también lo sabe, aunque yo no.

—¿Cómo está Minho? —le pregunto para cambiar de tema.

Tae sonríe tontamente y eso me dice todo lo que necesito saber.Shindong aparca a la entrada del pasaje que lleva al Zig Zag Café y Wang me abre la puerta. Salgo y Tae lo hace también detrás de mí. Nos cogemos del brazo y cruzamos el pasaje seguidos de Wang, que luce una expresión de malas pulgas. ¡Oh, por favor, es solo una copa! Shindong se va para aparcar el coche.

—¿Y de qué conoce Minho a Hyuna? —le pregunto dándole un sorbo a mi segundo mojito de fresa. El bar es íntimo y acogedor y no quiero irme. Tae y yo no hemos dejado de hablar. Se me había olvidado cuánto me gusta salir con él. Es liberador salir, relajarse y disfrutar de la compañía de Tae. Se me ocurre que podría mandarle un mensaje a Jongin, pero pronto rechazo la idea. Se pondría furioso y me haría volver a casa como a un niño díscola.

—¡No me hables de esa puta! —exclama Tae.

Su reacción me hace reír.

—¿Qué te divierte tanto, Xiao? —me suelta fingiendo irritación.

—Que tengo la misma opinión de ella.

—¿Ah, sí?

—Sí. No dejaba en paz a Jongin.

—Creo que tuvo algo con Minho. —Tae vuelve a hacer lo del mohín.

—¡No!

Asiente, aprieta los labios y pone el patentado ceño de Lee Taemin.

—Fue algo breve. El año pasado, creo. Es una trepa. No me extraña que haya puesto los ojos en Jongin.

—Pues Jongin está pillado. Le dije que le dejara en paz o lo despedía.

Tae vuelve a mirarme con la boca abierta una vez más, asombrado. Asiente orgulloso y levanta su copa en un  brindis, impresionado y sonriente.

—¡Por el joven Kim Luhan! ¡Cuidado con él! —Y entrechocamos las copas.

—¿Minho tiene algún arma?

—No. Está totalmente en contra de las armas —dice Tae revolviendo su tercera copa.

—Jongin también. Creo que ha sido influencia de Taeyeon y Yunho —le digo. Empiezo a notarme un poco achispado.

—Yunho es un buen hombre —dice Tae asintiendo.

—Quería que firmara un acuerdo prematrimonial —murmuro con cierta tristeza.

—Oh, Lu. —Estira el brazo sobre la mesa y me coge la mano—. Solo estaba preocupándose por su hijo.

Los dos somos conscientes de que siempre vas a llevar el título de caza-fortunas tatuado en la frente. —Me sonríe. Yo le saco la lengua y después me río también—. Madure, joven Kim. —Ahora suena como Jongin —. Tú harás lo mismo por tu hijo algún día.

—¿Mi hijo? —No se me había ocurrido que mis hijos también van a ser ricos. Demonios. No les va a faltar nada. Y con nada quiero decir… nada. Tengo que darle unas cuantas vueltas a eso… pero ahora mismo no. Miro a Wang y a Shindong, que están sentados cerca y nos observan a nosotros y al resto de gente del bar con un vaso de agua mineral con gas cada uno.

—¿No crees que deberíamos comer algo? —le pregunto.

—No. Deberíamos seguir bebiendo —responde Tae.

—¿Por qué tienes tantas ganas de beber?

—Porque no te veo todo lo que yo quisiera. No imaginé que te daría tan fuerte y te casarías con el primer tipo que te pusiera la cabeza patas arriba. —Repite el mohín—. Te casaste con tanta prisa que creí que estabas embarazado.

Suelto una risita.

—Todo el mundo pensó lo mismo. Pero no resucitemos esa conversación, por favor. Y además tengo que ir al baño.

Wang me acompaña. No dice nada, pero tampoco hace falta que lo haga. La desaprobación irradia de su cuerpo como un isótopo letal.

—No he salido solo desde que me casé —digo para mí, mirando la puerta cerrada del baño. Hago una mueca sabiendo que ella está de pie al otro lado de la puerta, esperando a que termine de hacer pis. ¿Y qué iba a hacer Kang en un bar? Jongin está reaccionando exageradamente, como siempre.

—Tae, es tarde. Deberíamos irnos.

Son las diez y cuarto y acabo de terminarme mi cuarto mojito. Ya estoy empezando a sentir los efectos del alcohol: tengo calor y la vista borrosa. Jongin estará bien. Cuando se le pase…

—Claro, Lu. Me he alegrado mucho de verte. Se te ve tan, no sé… seguro. El matrimonio te sienta bien, sin duda.

Me sonrojo. Viniendo de  Lee Taemin eso es más que un cumplido.

—Sí, es cierto —murmuro y como he bebido demasiado, los ojos se me llenan de lágrimas.

¿Podría ser más feliz? A pesar de todo el equipaje que trae, de su naturaleza y de sus sombras, he conocido y me he casado con el hombre de mis sueños. Cambio rápidamente de tema para alejar esos pensamientos tan sentimentales, porque si no sé que voy a acabar llorando.

—Me lo he pasado muy bien. —Le cojo la mano—. ¡Gracias por obligarme a venir!

Nos abrazamos. Cuando me suelta, asiento en dirección a Shindong y él le pasa las llaves del coche a Wang.

—Estoy seguro de que la señorita te-miro-por-encima-del-hombro  le ha dicho a Jongin que no estamos en el piso. Y él se habrá puesto furioso —le digo a Tae. Y tal vez se le haya ocurrido alguna forma deliciosa de castigarme… Ojala…

—¿Por qué 'sonries' como  tonto, Lu? ¿Es que te gusta poner furioso a Jongin?

—No. La verdad es que no. Pero es tan fácil… Es muy controlador a veces. —Más bien casi todo el tiempo…

—Ya lo he notado —dice Tae lacónicamente.

Aparcamos delante del apartamento de Tae y él me da un abrazo fuerte.

—No te conviertas en un extraño —me susurra y me da un beso en la mejilla. Después sale del coche.

La despido con la mano y de repente siento una extraña nostalgia. Echaba de menos la charla de chicos. Es divertido y relajante y me recuerda que todavía soy joven. Tengo que esforzarme más en encontrar tiempo para ver a Tae, pero lo cierto es que me encanta estar en la burbuja con Jongin. Anoche fuimos a la cena de una organización de caridad. Había muchos hombres con trajes y mujeres elegantes y arregladas hablando de los precios de las propiedades inmobiliarias, de la caída de la economía y de los mercados emergentes. Algo aburrido, aburridísimo. Es refrescante soltarme el pelo con alguien de mi edad.

Me ruge el estómago. Todavía no he cenado. ¡Mierda! ¡Jongin! Rebusco en el bolso y saco el BlackBerry. Oh, madre mía… Cinco llamadas perdidas. Y un mensaje:

*¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS?*

Y un correo:

De: Kim Jongin

Fecha: 26 de agosto de 2014 00:42

Para: Kim Luhan

Asunto: Furioso. Más furioso de lo que me has visto nunca

Luhan:

Shindong me ha dicho que estás bebiendo cócteles en un bar, algo que me has dicho que no ibas a hacer.

¿Te haces una idea de lo furioso que estoy en este momento?

Hablaremos de esto mañana.

Kim Jongin

Presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

Se me cae el alma a los pies. ¡Oh, mierda! Ahora sí que la he hecho buena. Mi subconsciente me mira enfadada, después se encoje de hombros y pone la expresión de «tú te lo has buscado». Pero ¿qué esperaba?

Pienso en llamarle, pero es muy tarde y probablemente estará durmiendo… O caminando arriba y abajo.

Decido que un mensaje rápido será suficiente.

*ESTOY ENTERO. ME LO HE PASADO MUY BIEN. TE ECHO DE MENOS. POR FAVOR NO TE ENFADES*

Me quedo mirando el BlackBerry deseando que me responda, pero el aparato permanece en silencio. Suspiro.

Wang aparca delante del Escala y Shindong sale para abrirme la puerta. Mientras esperamos al ascensor, aprovecho la oportunidad para hacerle unas cuantas preguntas.

—¿A qué hora te ha llamado Jongin?

Shindong se ruboriza.

—A las nueve y media más o menos, joven.

—¿Y por qué no interrumpiste mi conversación con Tae para que pudiera hablar con él?

—El señor Kim me dijo que no lo hiciera.

Frunzo los labios. Llega el ascensor y subimos los dos en silencio. De repente me alegro de que Jongin tenga toda la noche para recuperarse de su arrebato y de que esté en la otra punta del país. Eso me da un poco de tiempo. Pero por otro lado… le echo de menos.

Se abren las puertas del ascensor y durante un segundo me quedo mirando la mesa del vestíbulo.

¿Qué es lo que no está bien en esa imagen?

El jarrón de las flores está hecho trizas y los fragmentos desparramados por todo el suelo del vestíbulo. Hay agua, flores y trozos de cerámica por todas partes y la mesa está volcada. De repente siento que se me eriza el vello y Shindong me agarra del brazo y tira de mí de vuelta al ascensor.

—Quédese aquí —dice entre dientes y saca un arma. Entra en el vestíbulo y desaparece de mi campo de visión.

Yo me pego contra la pared del fondo del ascensor.

—¡Shin! —oigo llamar a Ryeowook desde alguna parte del salón—. ¡Código azul!

¿Código azul?

—¿Tienes al sujeto? —le responde Shindong—. ¡Dios mío!

Me pego aún más contra la pared. ¿Qué está pasando? La adrenalina me empieza a correr por el cuerpo y tengo el corazón en la garganta. Oigo hablar en voz baja y un momento después Shindong vuelve a aparecer en el vestíbulo y pisa un charco de agua. Ha guardado el arma en su pistolera.

—Ya puede entrar, joven Kim —me dice con tranquilidad.

—¿Qué ha pasado, Shin? —Mi voz no es más que un susurro.

—Hemos tenido visita. —Me coge por el codo y yo me alegro del apoyo que me proporciona, porque las piernas se me han convertido en gelatina. Cruzo con él las puertas dobles abiertas.

Ryeowook está de pie en la entrada del salón. Tiene un corte encima del ojo que está sangrando y otro en la boca. Parece que ha pasado un mal rato y tiene la ropa desaliñada. Pero lo que más me sorprende es ver a Julien Kang tirado a sus pies.

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