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12b

 

Estamos en la parte de atrás del Audi, con Sungmin al volante. Me dejará en el trabajo, y después a Jongin. Shindong va en el asiento del copiloto.

—¿No dijiste que el hermano de tu compañero de piso llegaba hoy? —pregunta Jongin como sin darle importancia, sin que ni su voz ni su rostro expresen nada.

—¡Oh, Onew! —exclamo—. Me había olvidado. Oh, Jongin, gracias por recordármelo.

Tendré que volver al apartamento. Le cambia la cara.

—¿A qué hora?

—No sé exactamente a qué hora llegará.

—No quiero que vayas solo a ningún sitio —dice tajante.

—Ya lo sé —musito, y reprimo la tentación de mirar con los ojos en blanco al señor Exagerado— ¿Shindong estará espiando… esto… vigilando hoy?

Miro de reojo y con timidez a Shindong, y compruebo que tiene la parte de atrás de las orejas teñida de rojo.

—Sí —replica Jongin con una mirada glacial.

—Sería más fácil si fuera conduciendo el Saab —mascullo en tono arisco.

—Shindong tendrá un coche y podrá llevarte al apartamento, a la hora que sea.

—De acuerdo. Supongo que Onew se pondrá en contacto conmigo durante el día. Ya te haré saber los planes entonces. Se me queda mirando, sin decir nada. Ah, ¿en qué estará pensando?

—Vale —acepta—. A ningún sitio solo, ¿entendido? —dice, haciendo un gesto de advertencia con el dedo.

—Sí, cariño —musito.

Aparece un amago de sonrisa en su cara.

—Y quizá deberías usar solo tu BlackBerry… te mandaré los correos ahí. Eso debería evitar que el informático de mi empresa pase una mañana demasiado entretenida, ¿de acuerdo? —dice en tono sardónico.

—Sí, Jongin.

No lo puedo evitar. Le miro con los ojos en blanco, y él me sonríe maliciosamente.

—Vaya, Joven Xiao, me parece que se me está calentando la mano.

—Ah, señor Kin, usted siempre tiene la mano caliente. ¿Qué vamos a hacer con eso?

Se ríe, pero entonces se ve interrumpido por su BlackBerry, que debe de estar en silencio, porque no suena. Al ver el identificador de llamada, Jongin frunce el ceño.

—¿Qué pasa? —espeta al teléfono, y luego escucha con atención.

Yo aprovecho la oportunidad para observar sus adorables facciones: su nariz recta, el cabello despeinado que le cae sobre la frente. Su expresión cambia de incrédula a divertida, haciendo que deje de comérmelo subrepticiamente con los ojos y preste atención.

—Estás de broma… Vaya… ¿Cuándo te dijo eso? —Jongin se carcajea, casi sin ganas—.

No, no te preocupes. Tú no tienes por qué disculparte. Estoy encantado de que haya una explicación lógica. Me parecía una cantidad de dinero ridículamente pequeña… No tengo la menor duda de que tienes en mente un plan creativo y diabólico para vengarte. Pobre Jong Min.

—Sonríe—. Bien… Adiós.

Cierra el teléfono de golpe y, aunque de pronto su mirada parece cautelosa, curiosamente también se le ve aliviado.

—¿Quién era? —pregunto.

—¿De verdad quieres saberlo? —inquiere en voz baja.

Y esa respuesta me basta para saberlo. Niego con la cabeza y observo por la ventanilla el día gris de Seul, sintiéndome consternado. ¿Por qué ella es incapaz de dejarle en paz?

—Eh…

Me coge la mano y me besa los nudillos, uno por uno, y de pronto me chupa el meñique, con fuerza. Después me muerde con suavidad. ¡Dios…! Tiene una línea erótica que comunica directamente con mi entrepierna. Jadeo y nervioso, miro de reojo a Sungmin y a Shindong, y después a Jongin, que tiene los ojos sombríos y me obsequia con una sonrisa prolongada y sensual.

—No te agobies, Luhan —murmura—. Ella pertenece al pasado.

Y me planta un beso en el centro de la palma de la mano que me provoca un cosquilleo por todo el cuerpo, y mi enojo momentáneo queda olvidado.

***

—Buenos días, Lu —saluda Julien mientras me dirijo hacia mi mesa—. Bonito pantalon.

Me ruborizo. El pantalon forma parte de mi nuevo guardarropa, cortesía de mi novio increíblemente rico. Es un traje sin mangas, de lino azul oscuro y bastante entallado, que llevo con unos zapatos negros. A Jongin le gustan los zapatos elegantes, creo. Sonrío por dentro al pensarlo, pero enseguida recupero una anodina sonrisa profesional destinada a mi jefe.

—Buenos días, Julien.

Inicio mi jornada pidiendo un mensajero para que lleve a imprimir sus folletos. Él asoma la cabeza por la puerta de su despacho.

—Lu, ¿podrías traerme un café, por favor?

—Claro.

Voy hacia la cocina y me encuentro con Sully, la recepcionista, que también está preparando café.

—Hola, Lu —dice alegremente.

—Hola, Sully.

Charlamos un poco sobre la reunión del fin de semana con su numerosa familia, en la cual disfrutó muchísimo, y yo le cuento que salí a navegar con Jongin.

—Tienes un novio de ensueño, Lu —me dice con los ojos brillantes. Estoy tentado de mirarla con expresión maravillada.

—No está mal. Sonrío, y ambos nos echamos a reír.

—¡Cuánto has tardado! —me increpa Julien cuando llego.

¡Oh!

—Lo siento. Me ruborizo y luego tuerzo el gesto. He tardado lo normal. ¿Qué le pasa? A lo mejor está nervioso por algo.

Él mueve la cabeza, arrepentido.

—Perdona, Lu. No pretendía gritarte, cielo. ¿Cielo?

—En dirección se está tramando algo y no sé qué es. Estate atento, ¿vale? Si oyes algo por ahí… sé que las empleados habláis entre vosotros. Me sonríe con aire cómplice y siento unas ligeras náuseas. No tiene ni idea de qué hablamos los «empleados». Además, yo ya sé lo que está pasando.

—Me lo harás saber, ¿verdad?

—Claro —digo entre dientes—. He mandado a imprimir el folleto. Estará listo a las dos en punto.

—Estupendo. Toma. —Me entrega un montón de manuscritos—. Necesito una sinopsis del primer capítulo de todos estos, y luego archívalos.

—Me pondré a ello.

Me siento aliviado al salir de su despacho y ocupar mi mesa. Ah, no me resulta nada fácil disponer de información confidencial. ¿Qué hará Julien cuando se entere? Se me hiela la sangre. Algo me dice que se enfadará bastante. Echo un vistazo a mi BlackBerry y sonrío. Hay un e-mail de Jongin.

 

De: Kim Jongin

Fecha: 14 de julio de 2014 09:23

Para: Xiao Luhan

Asunto: Amanecer

Me encanta despertarme contigo por la mañana.

 

Kim Jongin

Total y absolutamente enamorado presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

 

Tengo la sensación de que la sonrisa que aparece en mi cara la parte en dos.

 

De: Xiao Luhan

Fecha: 14 de julio de 2014 09:35

Para: Kim Jongin

Asunto: Anochecer

Querido total y absolutamente enamorado:

A mí también me encanta despertarme contigo. Aunque yo adoro estar contigo en la cama y en los ascensores y encima de los pianos y en mesas de billar y en barcos y escritorios y duchas y bañeras y atado a extrañas cruces de madera y en inmensas camas de cuatro postes con sábanas de satén rojo y en casitas de embarcaderos y en dormitorios de infancia.

 

Tuyo

Loco por el sexo e insaciable xx

 

De: Kim Jongin

Fecha: 14 de julio de 2014 09:38

Para: Xiao Luhan

Asunto: Hardware húmedo

Querido loco por el sexo e insaciable:

Acabo de espurrear el café encima de mi teclado. Creo que nunca me había pasado algo así. Admiro a un hombre que se entusiasma tanto por la geografía. ¿Debo deducir que solo me quiere por mi cuerpo?

 

Kim Jongin

Total y absolutamente escandalizado presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

 

De: Xiao Luhan

Fecha: 14 de julio de 2014 09:42

Para: Kim Jongin

Asunto: Riendo como un tonto… y húmedo también

Querido total y absolutamente escandalizado:

Siempre. Tengo que trabajar. Deja de molestarme.

 

LS amp;I xx

 

De: Kim Jongin

Fecha: 14 de julio de 2014 09:47

Para: Xiao Luhan

Asunto: ¿He de hacerlo?

Querido LS amp;I:

Como siempre, sus deseos son órdenes para mí. Me encanta que estés húmedo y riendo como un tonto. Hasta luego, nene.

 

Kim Jongin

Total y absolutamente enamorado, escandalizado y embrujado presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

 

Dejo el BlackBerry y me pongo a trabajar. A la hora del almuerzo, Julien me pide que vaya a comprarle algo de comer. En cuanto salgo de su despacho, llamo a Jongin.

—Luhan —contesta inmediatamente con voz cariñosa y acariciante. ¿Cómo consigue este hombre que me derrita por teléfono?

—Jongin, Julien me ha pedido que vaya a comprarle la comida.

—Cabrón holgazán —maldice. No le hago caso, y continúo:

—Así que voy a comprarla. Quizá sería más práctico que me dieras el teléfono de Shindong, y así no tendría que molestarte.

—No es ninguna molestia, nene.

—¿Estás solo?

—No. Aquí hay seis personas que me miran atónitas preguntándose con quién demonios estoy hablando.

Oh, no…

—¿De verdad? —musito aterrado.

—Sí. De verdad. Mi noción —informa, apartándose del teléfono. ¡Madre mia!

—Seguramente todos creían que eras hetero, ¿sabes? Se ríe.

—Sí, seguramente. Puedo percibir su sonrisa.

—Esto… tengo que colgar. Estoy seguro de que nota cuánto me avergüenza interrumpirle.

—Se lo comunicaré a Shindong. —Vuelve a reírse—. ¿Has sabido algo de tu amigo?

—Todavía no. Será usted el primero en enterarse, señor Kim.

—Bien. Hasta luego, nene.

—Adiós, Jongin.

Sonrío. Cada vez que dice eso, me hace sonreír… tan impropio de Jongin, pero en cierto modo, también tan de él. Cuando salgo al cabo de pocos segundos, Shindong ya me está esperando en la puerta del edificio.

—Joven Xiao —me saluda muy formal.

—Shindong —asiento a modo de respuesta, y nos encaminamos juntos hacia la tienda. Con Shindong no me siento tan cómodo como con Sungmin. Él sigue vigilando la calle mientras caminamos por la acera. De hecho, consigue ponerme más nervioso, y también yo acabo haciendo lo mismo.

¿Está D.o rondando por aquí cerca? ¿O nos hemos contagiado todos de la paranoia de Jongin? ¿Forma parte esto de sus cincuenta sombras? Lo que daría por tener una inocente conversación de media hora con el doctor Flynn para averiguarlo.

No se ve nada raro, solo Seúl a la hora del almuerzo: gente que sale a comer con prisas, que va de compras o a reunirse con amigos. Veo a dos  jóvenes que se abrazan al encontrarse. Echo de menos a Tae. Solo hace dos semanas que se fue de vacaciones, pero me parecen las dos semanas más largas de mi vida. Han pasado tantas cosas… Tae no me creerá cuando se lo cuente. Bueno, se lo contaré parcialmente, una versión sujeta a un acuerdo de confidencialidad. Frunzo el ceño. Tengo que hablar con Jongin de eso. ¿Cómo reaccionaría Tae si se enterase? Palidezco al pensarlo. Tal vez regrese con Onew. Esa posibilidad me hace temblar de emoción, pero no lo creo probable. Seguramente se quedará en Hawai con Minho.

—¿Dónde se pone cuando está esperando y vigilando en la calle? —le pregunto a Shindong mientras hacemos cola para la comida.

Está situado delante de mí, de cara a la puerta, controlando continuamente la calle y a todo el que entra. Resulta inquietante.

—Me siento en la cafetería que hay al otro lado de la calle, joven Xiao.

—¿No es muy aburrido?

—Para mí no, señor. Es a lo que me dedico —dice con frialdad. Me sonrojo.

—Perdone, no pretendía… Al ver su expresión amable y comprensiva, me quedo sin palabras.

—Por favor, joven Xiao. Mi trabajo es protegerlo. Y eso es lo que hago.

—¿Ni rastro de D.o, entonces?

—No, señor. Frunzo el ceño.

—¿Cómo sabe qué aspecto tiene?

—He visto una fotografía suya.

—Ah, ¿la lleva encima?

—No, señor —Se da un golpecito en la cabeza—. La guardo en la memoria.

Pues claro. La verdad es que me gustaría mucho examinar bien una fotografía de D.o para ver cómo era antes de convertirse en el Chico Fantasma. Me pregunto si Jongin me dejaría tener una copia. Sí, seguramente sí… por mi seguridad. Urdo un plan, y mi subconsciente se relame y asiente entusiasmada.

* * *

Los folletos llegan a la oficina, y me alivia ver que han quedado muy bien. Llevo uno al despacho de Julien. Se le ilumina la mirada: no sé si es por mí o por el folleto. Opto por creer que se trata de esto último.

—Están muy bien, Lu. —Lo hojea tranquilamente—. Sí, buen trabajo. ¿Vas a ver a tu novio esta noche?

Tuerce el labio al decir «novio».

—Sí. Vivimos juntos.

Es una verdad a medias. Bueno, en este momento sí es cierto, así que no es más que una mentira inocente. Espero que con eso baste para disuadirle.

—¿Se molestaría si fueras conmigo a tomar una copa rápida esta noche? Para celebrar todo el trabajo que has hecho.

—Tengo un amigo que vuelve a la ciudad esta noche, y saldremos todos a cenar. Y estaré ocupado todas las noches, Julien.

—Ya veo. —Suspira, exasperado—. ¿Quizá cuando vuelva de Namdaemun, entonces?

Levanta las cejas, expectante, y se le enturbia la mirada de forma sugerente. Oh, no… Esbozo una sonrisa evasiva y reprimo un estremecimiento.

—¿Te apetece un café o un té? —pregunto.

—Café, por favor —dice en voz baja y ronca, como si estuviera pidiendo otra cosa.

Maldita sea. Ahora me doy cuenta de que no piensa rendirse. Oh… ¿qué hago? Cuando salgo de su despacho respiro hondo, ya mucho más tranquilo. Julien me pone muy tenso. Jongin no se equivoca con él, y en parte me molesta que tenga razón. Me siento a mi mesa y suena mi BlackBerry: un número que no reconozco.

—Xiao Luhan.

—¡Hola, Xiao! El alegre tono de Onew me coge momentáneamente desprevenido.

—¡Onew! —casi grito de alegría—. ¿Cómo estás?

—Encantado de haber vuelto. Estaba francamente harto de sol y de ponches de ron, y de mi hermano pequeño perdidamente enamorado de ese tipo tan importante. Ha sido infernal, Lu.

—¡Ya! Mar, arena, sol y ponches de ron recuerda mucho al «Infierno» de Dante —contesto entre risas—. ¿Dónde estás?

—En el aeropuerto, esperando a que salga mi maleta. ¿Qué estás haciendo tú?

—Estoy en el trabajo. Sí, tengo un trabajo remunerado —replico ante su exclamación de asombro—. ¿Quieres venir a buscar las llaves? Luego podemos vernos en el apartamento.

—Me parece estupendo. Nos vemos dentro de cuarenta y cinco minutos, una hora como mucho. ¿Me das la dirección?

Le doy la dirección de SIP.

—Nos vemos ahora, Onew.

—Hasta luego, nene —dice, y cuelga.

¿Qué? ¿Onew también? ¡No! Y caigo en la cuenta de que acaba de pasar una semana con Minho. Rápidamente le escribo un correo electrónico a Jongin.

 

De: Xiao Luhan

Fecha: 14 de julio de 2014 14:55

Para: Kim Jongin

Asunto: Visitas procedentes de climas soleados

Queridísimo total y absolutamente EEE:

Onew ha vuelto, y va a venir a buscar las llaves del apartamento. Me gustaría mucho comprobar que está bien instalado. ¿Por qué no me recoges después del trabajo? ¿Podríamos ir al apartamento y después salir TODOS a cenar algo? ¿Invito yo?

 

Tuyo Lu x

Aún LS amp;I

Xiao Luhan

Ayudante de Julien Kang, editor de SIP

 

De: Kim Jongin

Fecha: 14 de julio de 2014 15:05

Para: Xiao Luhan

Asunto: Cenar fuera

Apruebo tu plan. ¡Menos lo de que pagues tú! Invito yo. Te recogeré a las seis en punto.

x

P.D.: ¡¡¡Por qué no utilizas tu BlackBerry!!!

 

Kim Jongin

Total y absolutamente enfadado presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

 

De: Xiao Luhan

Fecha: 14 de julio de 2014 15:10

Para: Kim Jongin

Asunto: Mandón

Bah, no seas tan rudo ni te enfades tanto. Todo está en clave. Nos vemos a las seis en punto.

Lu x

 

Xiao Luhan

Ayudante de Julien Kang , editor de SIP

 

De: Kim Jongin

Fecha: 14 de julio de 2014 15:18

Para: Xiao Luhan

Asunto: Hombre  exasperante

¡Rudo y enfadado! Ya te daré yo rudo y enfadado. Y tengo muchas ganas.

 

Kim Jongin

Total y absolutamente más enfadado, pero sonriendo por alguna razón desconocida, presidente de Kim Enterprises Holdings, Inc.

 

De: Xiao Luhan

Fecha: 14 de julio de 2014 15:23

Para: Kim Jongin

Asunto: Promesas, promesas

Adelante, señor Kim. Yo también tengo muchas ganas.;D

Lu x

 

Xiao Luhan

Ayudante de Julien Kang , editor de SIP

 

No contesta, pero tampoco espero que lo haga. Le imagino quejándose de las señales contradictorias, y al pensarlo sonrío. Fantaseo un momento sobre lo que puede hacerme, pero acabo revolviéndome en la silla. Mi subconsciente me mira con aire reprobatorio por encima de sus gafas de media luna: Sigue trabajando. Al cabo de un momento, suena el teléfono de mi mesa. Es Sully, de recepción.

—Aquí hay un chico muy mono que viene a verte. Tenemos que salir juntos de copas algún día, Lu. Seguro que tú conoces a muchos tíos buenos —sisea a través del auricular en tono cómplice. ¡Onew! Cojo las llaves de mi bolso, y corro al vestíbulo. Madre mía… Cabello rubio tostado por el sol, bronceado espectacular y unos ojos almendrados que me miran resplandecientes desde el sofá de piel verde. En cuanto me ve, Onew se pone de pie y viene hacia mí con la boca abierta.

—Wow, Lu. —Me mira con el ceño fruncido mientras se inclina para darme un abrazo.

—Estás estupendo —le digo sonriendo.

—Tú estás… vaya… diferente. Más moderno y sofisticado. ¿Qué ha pasado? ¿Te has cambiado el peinado? ¿La ropa? ¡No sé, Xiao, pero estás muy atractivo! Siento que me arden las mejillas.

—Oh, Onew. Es solo la ropa que llevo para trabajar —le regaño medio en broma. Sully, que nos está mirando desde su mostrador, arquea una ceja y sonríe con ironía.

—¿Qué tal por Hawai?

—Divertido.

—¿Cuándo vuelve Tae?

—Él y Mimho vuelven el viernes. Parece que van bastante en serio —dice Onew, alzando la mirada al cielo.

—Lo he echado de menos.

—¿Sí? ¿Cómo te ha ido con el magnate?

—¿El magnate? —Suelto una risita—. Bueno, está siendo interesante. Esta noche nos invita a cenar.

—Genial. Onew parece sinceramente encantado. ¡Uf!

—Toma. —Le entrego las llaves—. ¿Tienes la dirección?

—Sí. Hasta luego, nene. —Se agacha y me besa en la mejilla.

—¿Eso lo dice Minho?

—Sí, por lo visto se pega.

—Pues sí. Hasta luego.

Le sonrío y él recoge la enorme bolsa que ha dejado junto al sofá verde y sale del edificio. Cuando me doy la vuelta, Julien me está mirando desde el otro extremo del vestíbulo, con expresión inescrutable. Yo le sonrío, radiante, y me dirijo de vuelta a mi mesa, consciente en todo momento de que no me quita la vista de encima. Está empezando a crisparme los nervios. ¿Qué hago? No tengo ni idea. Tendré que esperar a que vuelva Tae. A él se le ocurrirá algún plan. Pensar eso disipa mi inquietud, y cojo el siguiente manuscrito.

* * *

A las seis menos cinco, suena el teléfono de mi mesa. Es Jongin.

—Ha llegado el malhumorado Rudo y Enfadado —dice, y sonrío.

Cincuenta sigue juguetón. La diosa que llevo dentro aplaude, feliz como una cría.

—Bien, aquí Loco por el Sexo e Insaciable. Deduzco que ya estás fuera —digo.

—Efectivamente, joven Xiao. Tengo ganas de verlo —dice en tono cálido y seductor, y mi corazón empieza a brincar, frenético.

—Lo mismo digo, señor Kim. Ahora salgo.

Cuelgo. Apago el ordenador y cojo el bolso y mi chaqueta beis.

—Me voy, Julien —le aviso.

—Muy bien, Lu. ¡Gracias por lo de hoy! Que lo pases bien.

—Tú también.

¿Por qué no puede ser así siempre? No le entiendo.

 El Audi está aparcado junto al bordillo, y cuando me acerco Jongin baja del coche. Se ha quitado la americana, y lleva esos pantalones grises que le sientan tan bien, mis favoritos. ¿Cómo puede ser para mí este dios griego? Y me encuentro sonriendo como un idiota ante su sonrisita tonta. Lleva todo el día comportándose como un novio enamorado… enamorado de mí. Este hombre adorable, complejo e imperfecto está enamorado de mí, y yo de él. De pronto siento en mi interior un gran estallido de júbilo, y saboreo este fugaz momento en el que me siento capaz de conquistar el mundo.

—Joven Xiao, está usted tan fascinante como esta mañana. Jongin me atrae hacia él y me besa intensamente.

—Usted también, señor Kim.

—Vamos a buscar a tu amigo.

Me sonríe y me abre la puerta del coche. Mientras Sungmin nos lleva hacia el apartamento, Jongin me habla del día que ha tenido, mucho mejor que el de ayer, por lo visto. Le miro arrobado mientras intenta explicarme el enorme paso adelante que ha dado el departamento de ciencias medioambientales de la WSU en Busan. Apenas comprendo el significado de sus palabras, pero me cautivan su pasión y su interés por ese tema. Quizá así es como será nuestra relación: habrá días malos y días buenos, y si los buenos son como este, no pienso tener ninguna queja. Me entrega una hoja.

—Estas son las horas que Jae Hwon tiene libres esta semana —dice.

¡Ah! El preparador. Cuando nos acercamos al edificio de mi apartamento, saca su BlackBerry del bolsillo.

—Kim —contesta—. ¿Qué pasa, Soo Jin? Escucha atentamente, y veo que la conversación será larga.

—Voy a buscar a Onew. Serán dos minutos —articulo en silencio, levantando dos dedos.

Él asiente; es obvio que está muy enfrascado en la conversación. Sungmin me abre la puerta con una sonrisa afable. Yo le correspondo; incluso Sungmin lo nota. Pulso el timbre del interfono y grito alegremente:

—Hola, Onew, soy yo. Ábreme.

La puerta se abre con un zumbido y subo las escaleras hasta el apartamento. Caigo en la cuenta de que no he estado aquí desde el sábado por la mañana. Parece que haya pasado mucho más tiempo. Onew me ha dejado la puerta abierta. Entro y, no sé por qué, pero en cuanto estoy dentro me quedo paralizado instintivamente. Tardo un momento en darme cuenta de que es porque hay una persona pálida y triste de pie junto a la encimera de la isla de la cocina, sosteniendo un pequeño revólver: es D.o, que me observa impasible.

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